En los últimos años, géneros más tradiciones como el flamenco han ganado algunos de los adeptos que parecían estar perdiendo. Artistas como Soleá Morente, Silvia Pérez Cruz o El Niño de Elche han cogido esta música popular y le han dado un giro con el que le han insuflado un nuevo aliento, al igual que han hecho otros artistas en otros estilos, como C. Tangana con los ritmos latinos cubanos.
Sin embargo, no ha sido hasta la llegada de la omnipresente Rosalía cuando el flamenco se vio impulsado de forma tal que se suscitaron numerosas polémicas en torno a su figura, como por ejemplo si su popularidad se debía a un acto de apropiación cultural y si lo que hacía era de verdad flamenco o no.
No me voy a meter en el debate de la apropiación cultural, pero respecto al segundo punto es obvio que ‘Los Ángeles’ sí que es un disco de puro flamenco. Es cierto que si pudiéramos tocar la música con las manos, podríamos decir que tiene un tacto diferente pero al fin y al cabo, todo lo que hay dentro de ese disco es flamenco. Solo podríamos discutir su peculiar adaptación de “I See a Darkness”.
Por otra parte, ‘El Mal Querer’ ni es un disco de flamenco ni pretende serlo. Como la misma Rosalía ha explicado en numerosas entrevistas, ella quería realizar un trabajo formado a partir de elementos del flamenco y utilizando diferentes samples. Vaya, que hay bien de este género, pero también hay cabida para el pop, la música urbana, la electrónica y composiciones más indies.
Efectivamente, canciones como “Reniego” están indudablemente ligadas a la tradición, pero la mayoría no son flamenco puro, aunque sí que sirven para revitalizar una tradición que debe experimentar innovaciones constantes en el tiempo para seguir interesando a las nuevas generaciones.
De hecho, me gustaría expresar mi opinión a este respecto. Personalmente, creo que debería haber dos tipos de artistas que trabajen con las músicas populares como el flamenco. Por un lado, es indudable que no pueden dejar de hacer música aquellos artistas que respetan la tradición en su forma más pura y la mantienen todo lo intacta que puedan. La gente necesita conocer las cosas tal y como han sido.
Sin embargo, si no queremos que el género muera hay que darle nuevas formas para mantenerlo vivo. Puede que se convierta en algo totalmente nuevo, ¿pero no es mejor eso que su desaparición? Da mucha pena enfrentarse a perder un elemento representativo de una zona, pero la historia nos ha enseñado que a lo largo del tiempo hay cosas que inevitablemente se perderán.
De hecho, ¿alguien canta cantares de gesta o cánticas en la actualidad? Es una pena, pero no hay casi eventos en los que este tipo de música tan antigua se escuche. Es más, ¿quién quiere ir a un festival de jotas o cualquier otro tipo de música folclórica? ¿Por qué no darles un aliento como se ha hecho con el flamenco?
La música tiene mil posibilidades y ninguna innovación impide el éxito comercial y de crítica. Ahí tenemos ejemplos como el de la islandesa Björk. No hace nada parecido a lo que estoy comentando en este artículo, pero está constantemente experimentando, creando nuevas melodías y juega mucho con el feísmo. A pesar de ello, tiene una de las carreras más sólidas de la música alternativa.
Volviendo a la música en nuestro país, hay muchos nombres que están haciendo cosas muy interesantes. Artistas como Pastora Soler, Pasión Vega o Diana Navarro han llevado de una parte de España a otra músicas populares como la copla, la zarzuela y diferentes géneros del flamenco. A veces han sido más innovadoras y otras más conservadoras, pero siempre han tenido un especial celo por la tradición.
Aparte de estas artistas y de muchos otros más, hay especialmente dos cantantes emergentes que me llaman mucho la atención. Se trata de María José Llergó y de Vicente Navarro, dos de los mayores exponentes de esta nueva oleada de jóvenes que cogen la tradición para amasarla a su gusto y hacer algo completamente nuevo.
La primera recuerda inevitablemente a Rosalía, pues mezcla el flamenco más tradicional con nuevas sonoridades y acompaña sus vídeos de una estética bastante contemporánea. Sin embargo, la joven artista tiene una personalidad propia y una voz única que destaca por sus bonitos gorgoritos.
Lo que más me fascina de María José Llergó es el sentimiento que transmite al cantar. Además, una de sus particularidades es que su música huele mucho más a tradición y a campo que la de Rosalía por mucho moderneo que haya de por medio. De hecho, cada vez que escucho su música me imagino a la gente arando las tierras.
El otro artista del que hablaba es Vicente Navarro y, si bien es cierto que lo suyo no es flamenco, sí que es una música muy arraigada en la tradición de La Mancha. Este mundo también se refleja en su videoclip “Un llanto”, que aúna campo, religión y vida en el pueblo. Una tradición que el cantante recoge para dar testimonio y que no se pierda. Al igual que la música de Llergó, las canciones de Vicente Navarro me llevan al campo, al pueblo y a las montañas.
Ellos y muchos más han hecho algo moderno a partir de algo que está, o al menos suena, arraigado en la tradición (e incluso en lo antiguo). Sin embargo, todavía hay mucho margen de maniobra para llevarnos gratas sorpresas que revolucionen el mundo como ha hecho Rosalía. Como decía antes, las posibilidades son infinitas y, ahora que parece que se ha perdido el miedo a experimentar abiertamente con este tipo de sonoridades, estoy expectante para ver qué nos depara la nueva década.