Por Javier Silvestre.
Este 2021 gran cantidad de discos icónicos, tanto para el panorama español como para el internacional, cumplen 15 años. Entre ellos encontramos ‘Loose’, de Nelly Furtado; ‘Alright… still’, de Lily Allen o ‘He perdido los zapatos’, de Nena Daconte. Sin embargo, de entro todos esos lanzamientos destaca sobremanera ‘Back to black’, el segundo y último (sin contar reediciones, discos póstumos, etc.) álbum de Amy Winehouse, aquel que la catapultó a lo más alto de las listas de ventas durante varios años. Precisamente, el éxito de este CD nos hace recordar a una Amy en todo lo alto y a día de hoy no podemos imaginar cómo hubiese evolucionado su carrera musical.
‘Back to black’ era un disco oscuro, sombrío, pero al mismo tiempo compacto, breve y coherente. Sacaba lo mejor de la voz de Amy Winehouse, que encajaba con una producción que le venía como anillo al dedo y se alejaba en cierta medida del jazz para abrazar con más contundencia el soul. Además, parecía que se trataba de un disco realizado sin pretensiones. A título personal, considero que estos son los discos que más acaban calando, aquellos que nacen de la honestidad artística y personal del cantante, pues si sólo te preocupas de las cifras al final no ofrecerás un producto creíble. Debido a ello, ‘Back to black’ triunfó en medio de un panorama pop en el que era poco frecuente toparse con éxitos de tal calibre en este género musical. Es más, a raíz de la popularidad del álbum, algunos artistas empezaron a incluir sonidos más soul en sus álbumes y nacieron cantantes como Duffy (si alguien sabe dónde se ha metido esta señora, por favor que lo comunique y le diga que ‘Endlessly’ no era tan malo).
De este modo, parte de la gracia de ‘Back to black’ era que consiguió acercar este sonido a personas como yo a las que hasta ese momento un estilo así les resultaba completamente ajeno. El álbum, sin ser (ni siquiera pretenderlo) un disco pop, tenía ganchos como los “no no no” de ‘Rehab’, que hicieron conectar a Amy con enormes cantidades de gente. También es cierto que debido a sus escándalos, estaba constantemente expuesta, lo que siempre ayuda a que la gente sepa que tienes un disco en el mercado.
No obstante, el éxito no tuvo nada que ver con su mala fama, sino con un conjunto de letras, más bien dramáticas, de una enorme profundidad y unas melodías que, por no recurrir a aquellas más pop a las que estábamos acostumbrados no tardaban en llamar la atención y quedarse en la cabeza. Por otra parte, la elección de singles fue magnífica y es que ‘Rehab’, ‘You know I’m no good’, ‘Love is a losing game’, ‘Back to black’ y ‘Tears dry on their own’ no son los típicos sencillos que no representan el sonido de un disco, sino todo lo contrario: nos muestran lo mejor de él.
Los mencionados singles eran increíbles; ‘Tears dry on their own’ siempre me ha producido un inexplicable buen rollo a pesar de no tener una temática dicharachera y ‘Rehab’ era esa canción que podías cantar en cualquier lado y todo el mundo conocía. Sin embargo, los temas que no fueron sencillos también tenían una calidad indiscutible y siempre tendré predilección por ‘Some unholy war’. Eso sí, de todo el conjunto me quedo con la canción que da título al disco, ‘Back to black’, ya que la emoción latente debajo de esa letra y melodía eran tan intensas y tristes que te perforaban el alma.
Lo mejor de todo es que, diez años después, ‘Back to black’ sigue siendo un disco fascinante que continúa suscitando emoción al escucharlo y que, como el buen vino, con cada año, con cada escucha, mejora con el descubrimiento de nuevos matices. Por eso mismo, aunque a Winehouse no le diera tiempo a ofrecernos más música, por el simple hecho de dar al mundo esta colección de canciones Amy debe ser recordada.