Desde que el pasado 18 de enero salió a la venta ‘Heard it in a past life‘ de Maggie Rogers, no dejo de escucharlo. Tenía muchas ganas de encumbrarlo como disco del mes y, aunque mi reseña llegue algo tarde, no quería perder la oportunidad de hablar sobre este maravilloso trabajo discográfico.
‘Heard it in a past life‘ no es el primer álbum de la artista americana, pero sí que se trata de su primer disco largo bajo el amparo de una discográfica, pues anteriormente había publicado dos discos de forma autoeditada y, a continuación, un EP que contenían dos de sus canciones más emblemáticas, “Alaska” y “On + Off”.
De hecho, su gran éxito vino a raíz de “Alaska” y de un vídeo que se hizo viral en el que aparecía Pharrell Williams emocionado al oír la canción. Este punto sería solo el comienzo de una sucesión de éxitos que daría forma al EP ‘Now that the light is fading‘, y que daba las primeras pinceladas de lo que sería la nueva Maggie Rogers, pues sus dos discos autoeditados se acercaban al folk más que a los sonidos pop-rock e indie de grupos como Haim y Muna, dos referencias más que evidentes.
El parecido con estas bandas no deja de restarle personalidad a la cantante, pues su voz es muy reconocible y, al igual que las otras, su implicación en la composición hace que sus letras y su manera de narrar historias sean completamente únicas. Si algo tiene Maggie Rogers es que suena honesta de principio a fin. Puede gustar más o menos, pero se nos presenta tal y como es a lo largo de las 12 canciones que el disco contiene. Rogers sabe indagar en lo más profundo de su ser para contarnos experiencias meditadas y reflexionadas. Llama mucho la atención esa manera tan sincera que tiene de autoanalizarse y de hablar consigo misma.
Algo que también la hace tremendamente personal es su manera casi mágica de acercar la naturaleza a la música, pues entre las canciones se esconden samples del croar de ranas o de glaciares. Entre las canciones que más relacionadas están con la naturaleza encontramos la ya mencionada “Alaska” que, al igual que la otra canción que se incluía en su anterior EP (“On + Off”) pasa un tanto desapercibida al estar entre un conjunto de temas con una producción algo más potente. No obstante, ambas canciones son esenciales para los fans y para los oyentes que se acercan a esta cantante por primera vez, pues estas canciones han dado forma a la Maggie que hoy conocemos.
Sí que es cierto que el resto de canciones resultan más homogéneas entre sí y en ocasiones están demasiado hermanadas. Es por ello que las últimas canciones del disco, a pesar de no ser peores, resultan menos sorprendentes, ya que hemos conocido todos sus trucos previamente.
Entre todo el conjunto, las canciones más llamativas acaban siendo las dos más lentas. Por un lado, “Fallingwater” recurre de nuevo a la naturaleza. Esta vez, a través de metáforas de ríos, cascadas, arroyos y otros elementos, nos habla de una relación en la que todo parecía muy fácil hasta que la cosa empezó a complicarse. Por otro, “Past life” es una balada a piano y voz estremecedora que habla de lo aterrador que pueden llegar a resultar los cambios. Algo que tienen en común estas dos canciones y que las hace tan especiales es que en la parte final el ritmo se reduce, lo que sorprende teniendo en cuenta que no son temas uptempo.
Mención especial merece “Light on”, la canción que precede a “Past life”, pues termina con un verso susurrado de tal forma que es difícil saber si pertenece al final de una o al comienzo de la otra. “Light on” es una de las composiciones más honestas y nos habla de lo duro que puede resultar contarle a la gente que te quiere que, por muy bien que parezca que va todo, a veces la realidad es mucho más compleja y complicada y que somos más vulnerables de lo que parecemos a priori.
En una sucesión de temazos como es “Light on” y “Past life”, no es de extrañar que otras canciones como “Say it” resulten más superficiales y menos destacables dentro del conjunto (tanto por a nivel musical como lírico). Sí llaman más la atención “Overnight” y “The Knife” que, a pesar de su parecido y de ir seguidas en la secuencia, aportan un gran dinamismo antes de que “Alaska” cambie de tercio con sonidos más ambientales.
Tampoco es casualidad que el álbum comienze con “Give a Little”, pues es tan representativa del producto Maggie Rogers como “Light on”: por un lado, su letra es un canto a la esperanza, una súplica para que nos amemos los unos a los otros (si todos damos un poco más de nosotros, también conseguiremos un poco más del otro). De hecho, por muy introspectiva y analítica que suene Roggers, no se puede decir que este sea un disco pesimista a pesar de los momentos puntuales de bajón, que suelen desembocar en un crecimiento personal. Por el otro lado, “Give a Little” contiene todas las manías de la artista en cuanto a estilo musical, producción, melodía y forma de interpretar.
En general, ‘Heard it in a past life’ es un compendio de canciones que sirven de catarsis a Maggie Rogers y que la definen estilísticamente. Ha establecido un punto muy firme a partir del cual poder desarrollar una carrera más que interesante. Canciones como “Back in my body”, que cierra el álbum, nos dejan con ganas de más. Aún así, es imposible no mencionar que la virtud de este trabajo se convierte al mismo tiempo en su enemigo principal: como ya se ha comentado, el resultado es demasiado homogéneo y a veces es difícil diferenciar a unas canciones de otras. Cuando acabas, es imposible no preguntarse cuál era “Burning” y cuál “Retrograde”, pero también es imposible no tener la necesidad de escucharlo de nuevo para descubrirlo. ‘Heard it in a past life‘ te atrapa.